¿Tu hijo/a adolescente no te habla? ¿Qué puedes hacer?

Mi hijo adolescente no me habla conciencia mindfulness padres problemas hijos pau sanchez malaga coaching

Te suena este diálogo familiar:

  • ¿A dónde fuiste?
  • Por ahí
  • ¿Y qué hiciste?
  • Nada

O simplemente ante estas preguntas no recibes contestación de tu hijo/a.

Es fácil que como madre/padre caigas en la tentación de pensar que necesitas saber todo lo que ocurre en las vidas de tus hijos, incluida su vida interior.

Pero si tu hijo/a adolescente no quiere hablar contigo o no quiere responder a tus preguntas no le obligues a hacerlo, lo que puedes hacer es crear un espacio o entorno seguro y comprensivo donde pueda abrirse a hacerlo de forma voluntaria y cuando crea oportuno. Un entorno donde sientan que puede confiar en ti y que entenderás sus inquietudes.

Tienes que saber, que tu hijo/a no te hable, no se trata de un acto contra ti, sino que la mayoría de las veces, el silencio estará relacionado con las emociones que tu hijo/a está experimentando por algo que le ha sucedido o por algo que tú hayas dicho o hecho.

Seguramente que tu primer impulso como madre/padre es sentirte ofendida/o por lo que seguidamente te dispondrás a enjuiciar y atacar a tu hijo/a. Pero lo importante no es recriminar su comportamiento sino intentar entender porqué se comporta así.

Entonces, ¿Cuáles pueden ser esos motivos?

  • Puede ser que cuando tu hijo/a se abre a compartir contigo lo que ha experimentado o lo que siente, menosprecies sus emociones, le juzgues, critiques o recrimines su comportamiento. Reaccionando de esta forma, de una forma brusca y haciendo que tu hijo/a se vuelva cada vez más y más hermético/a.
  • Quizá la conversación que intentas tener con tu hijo/a se termine convirtiendo en un interrogatorio. Esa necesidad como madre/padre de saber todo lo que tus hijos hacen,  por miedo a que se metan en problemas o no sepan resolver determinados conflictos, hará que tus hijos se sientan acosados y perciban esa desconfianza hacia ellos por tu parte.
  • También puede ser que tus hijo/a no te hable porque se sienta ofendido/a ante una negativa o una norma impuesta por ti con la que no están de acuerdo. Es su forma de castigo y muestra de su disconformidad.

¿Qué es lo que puedo hacer como madre/padre?

Te propongo que sigas estas estrategias:

  • En primer lugar aceptarlo. Recuerda que tu hijo/a tiene derecho a no contarte aquello que no quiera contar. Tampoco trates de manipularlo/a para que se abra. Acepta que tu hijo/a sea reservado/a o que esté pasando por una emoción que no quiera compartir. Él/ella es soberano/a de su propia vida.
  • Aprende a escuchar sin juicios. Simplemente ábrete a escucharlo/a y trata de entender su perspectiva. De esta forma le será más fácil abrirse a compartir contigo.
  • Comparte con él/ella tus vivencias como lo harías con un ser adulto y aprende a disfrutar de dialogar con tu hijo/a. Olvida los interrogatorios y ábrete a pedirle su opinión, creando así una conversación enriquecedora.
  • Implica a tu hijo/a en el establecimiento de límites y toma de decisiones. Ten a tu hijo/a en cuenta, sintiéndose de esta forma más escuchado. Se flexible no permisible. Llegar en familia a un consenso a la hora de establecer las normas del hogar hará que tu hijo/a sea más proclive a aceptar y a acatar las normas.
  • Confía en tu hijo/a y demuéstrale que puede confiar en ti. Deja en la intimidad lo que te cuente, no compartas con nadie sus intimidades si él/ella no te han dado permiso para hacerlo.
  • Y por último y más importante, ten mucha PACIENCIA.

Recuerda que tus hijos también necesitan padres que sepan no tomarse de forma personal todo lo que les esté pasando y que puedan acompañarlos desde la calma, la aceptación y la paciencia. Simplemente siéntate a su lado de forma silenciosa, respetuosa y consciente permitiendo los espacios de tu hijo/a para abrirse a dialogar cuando esté preparado.

“Aceptar a los hijos en su más profunda esencia requiere renunciar a la idea preconcebida que tengamos sobre quienes “deben ser” y entrar a un estado de pura comunión, de profunda aceptación con ellos, para así poder estar atentos y responder cuando nos necesiten”